miércoles, 13 de agosto de 2014

Una mujer dentro del cuadro

Mujeres asomadas al siglo XX. Mujeres mirando el inicio de algo nuevo,  una suerte de amanecer distinto. Descubrimientos asombrosos, nuevas palabras, puertas abriéndose sobre la vida. El siglo XX, antes del dolor y la guerra, antes de que el horror y la sangre, con sus  botas sucias, pisotearan la tierra, era una esperanza. Y a esa esperanza se asomaban ellas, buscando algo más, eso que permanentemente les era negado.
Pero ahora están en mitad de ninguna parte, buscando alguna grieta por la que asomarse y mirar las cosas. Sí, están ahí, han llegado caminando sin descanso, en las Academias de Artes, en las aulas, en los cafés hablando de literatura. Están en el surrealismo y en el teatro. Están en la noche alcohólica y soñadora. Están por las calles del París irrepetible de 1900. Pero algo falla en el mecanismo de este reloj, un tic tac impreciso que no cesa, un sonido distorsionado. Mira cómo sin remedio se quedan atrapadas dentro del cuadro. Mira a Angelina, que ha venido desde su Rusia natal, animada por sus profesores de la Academia Imperial de las Artes. Quiere pintar. Es pintora. Atrapa París en su retina, sueña y dibuja y se enamora de Diego Ribera. Viven en un pequeño cuarto miserable y ella ama, ama con  la misma pasión que pone en sus cuadros. Pero Diego se va y ella se queda sola. Y sigue pintando, y sale adelante después de habitar la desolación y la tristeza,  y años después vive en ese México lleno de artistas venidos de otros lugares. Pero Angelina Beloff  es silenciada, porque está dentro del cuadro, detenida en el París de 1921, cuando Diego se fue.



 Artemisia Gentileschi oye también el tic tac impreciso e incesante que atraviesa el tiempo, es como si el aire cojeara un poco, como si una puerta invisible impidiera el paso. Artemisia está soñando con  Angelina. Sueña con el mundo que Angelina ha conquistado. Y mientras camina por Florencia, por Nápoles, Por Londres, por Roma, arrastrando el pesado equipaje de su violación y de todas las humillaciones pasadas, por un momento su silueta se escapa del siglo XVII para pintar una vida distinta. Artemisia sufre y pinta, y vive y es valiente. Pero mira, ¿dónde está Artemisia? Se la ha tragado el silencio, habita dentro del cuadro,  casi no se la ve, detenida en los márgenes estrechos de su tiempo, intentando escapar, presente en los gestos y las miradas de las mujeres graves que pinta. Artemisia Gentileschi es silenciada, porque está dentro del cuadro, detenida en la Italia del siglo XVII.


El reloj sigue girando y oímos ese sonido metálico que aún nos hace preguntarnos cómo ajustar todo lo que permanece en tan incómodo equilibrio. La memoria es una senda llena de árboles y paisajes que alimenta la mirada. Mirar a esas mujeres valerosas, mirar fíjamente el cuadro para poder divisarlas. Y después mirar un poco más allá, para ver lo que está dibujado detrás, quizás tapado por otras siluetas, quizás silenciado por tantas voces que hablan en desordenado discurso. Allí están ellas, Angelina, Artemisia, Remedios, Leonora, Virginia, luchando por salir de los márgenes.

1 comentario:

  1. Preciosa la reivindicación de las mujeres pintoras.
    Y apunto otro nombre: Sofonisba Anguissola.
    Un abrazo.
    LUIS NUEVOS RUMBOS

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